Me avergüenza reconocer que soy pésima en deportes. Un evento tan importante como las Olimpíadas me requiere esfuerzo porque, en general, soy muy ignorante en materia deportiva nacional e internacional. Aún así, me emociona por todo lo que simboliza en términos de tradición, cooperación intercultural y humanismo. Además, siempre es apasionante ver personas llegar al límite de su destreza, explorar los horizontes de la capacidad del cuerpo, de la fuerza, de la técnica. En fin, eso hace que las Olimpíadas y los Mundiales de fútbol me interesen a mí… a mí… que soy mala en todo lo deportivo.
Aún así, no vi la inauguración de los juegos olímpicos 2024… porque se me olvidó. Todo lo que sé sobre la controversia del bacanal en la ceremonia de inauguración, lo sé un poco en contra de mi voluntad (gracias, redes sociales). Me acordé de algunas películas de Pedro Almodóvar, las iniciales quizás, que presentaban cosas que me incomodaban pero que aún así aplaudo, aún ahora, porque eran un desafío a la represión Franquista. Yo admiro que el arte sea provocador, que no siempre sea una canción de cuna… o que no se limite a «asombrar relajadamente», sino que se arriesgue, que atice, que ponga temas sobre la mesa (no pun intended).
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