Una compañera de trabajo me comentaba hoy sobre una decisión laboral muy importante que tiene que tomar. Al referirse a cuestiones éticas que está considerando, usó la expresión «y es que yo me pregunto, como cristiana…» Cuando terminó de hablar, le contesté, «bueno, como sabés, yo de eso de ser cristiana no te puedo hablar mucho, pero…» Ella se rio, me interrumpió y me dijo, «sí, ¡de eso no me podés hablar nada!» Me reí y continuamos nuestra conversación sobre su problema. Yo, sin embargo, me quedé pensando en su reacción y en lo llamativo que ha sido mi proceso de cuestionar la fe, al menos para las personas cercanas. Admito que apasionada he sido siempre, así que es posible que me vean como una persona que disfruta de oscilar entre los extremos. Siento que mi perspectiva ha cambiado, quizás se ha ampliado, en estos años, pero mis principios han sido siempre los mismos. No diré que soy buena para juzgarme a mí misma, pero hay cosas que quizás muchos no tienen en cuenta por la simple razón de que no las saben. Hoy me siento en la necesidad de expresar algunas de esas cosas. Hoy, que los abusos sexuales del Padre Víquez avasallan los titulares.
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