Carta a mi amigo cristiano

Carta a mi amigo cristiano

Escribí esta carta unos cuantos días después de la insurrección en el Capitolio de Estados Unidos del 6 de enero del 2021. Lo envié a algunas amistades cristianas, quienes fueron muy gentiles de revisarla y compartir conmigo sus pensamientos. Coincidentemente, al día siguiente de mi primera redacción de esta carta, un candidato cristiano ultra conservador comunicó a los medios nacionales sus intenciones presidenciales para las elecciones costarricenses del 2022. He decidido publicar aquí esta versión revisada de mi carta, con la convicción de que, más allá de nuestras diferencias sobre fe, política y rutas hacia la justicia, tenemos un mismo compromiso prioritario para con nuestra humanidad común. Todos y todas somos de los mismos.

Querido amigo cristiano:

Te escribo estar carta a partir de lo que ha estado ocurriendo en Estados Unidos y sus efectos sobre Costa Rica. Creo que las congregaciones católicas y cristianas podrían tener un rol importante y para bien en el curso histórico que tenemos por delante en nuestro propio país. Aunque yo me he separado de la fe cristiana, quisiera pedirte que por favor leás mi mensaje hasta el final y de ahí lo dejo en tus manos para que lo valorés. Pongo en mi carta varios hipervínculos, algunos en inglés. Yo te recomendaría que leás todo y luego te devolvás para abrir solo los que más te interesen.

Los eventos de la semana pasada en Estados Unidos son una cristalización de un fenómeno muy anterior. Tiene que ver con la era de la post verdad y con la ira acumulada de grupos que sienten que ciertas propuestas progresistas les están robando privilegios o derechos. El rol de los movimientos cristianos fundamentalistas ha quedado claramente establecido. El extremismo político y la fe se fusionan y el fervor cristiano puede ser un arma. Fácilmente, estos movimientos seguirán expresándose con violencia en otros lugares del mundo. En el mismo Estados Unidos están muy lejos de desaparecer. Este momento en nuestra historia puede también ser una fuente de fortaleza, compasión, respeto y unidad capaz de trascender las propias fronteras congregacionales. De ahí que pienso que el trabajo proactivo y por la paz, especialmente con adolescentes varones y hombres jóvenes, podría ser un elemento muy poderoso en la construcción de paz social en los próximos dos años. No te estoy escribiendo para criticar las cosas que no me parecen. Creo que existe el potencial real de hacer un gran bien desde tu trinchera.

¿Por qué una carta a mi amigo cristiano? Bueno, porque en las comunidades religiosas tradicionales de Costa Rica, el poder transformador lo tienen los hombres… y sí, algunas mujeres pero solo en la medida en la que los hombres se lo permitan. Las mujeres hemos llevado el trabajo de hormiga de la fe por milenios (me incluyo, ya que fui una de ellas por más de 30 años). Yo creo que el principal peligro y a la vez la principal área de trabajo para la construcción de paz social desde las comunidades cristianas es con los hombres jóvenes. Sí, hay mucho qué hacer con las niñas, adolescentes y mujeres. De hecho, estoy segura que ellas, desde cada una de sus iglesias y parroquias, constituyen la línea de frente ante un llamado como este. Pero la situación social que estamos enfrentando tiene que ver directamente con masculinidades tóxicas.

¿Estás aún allí? A menudo es el concepto de masculinidades tóxicas, el que hace que mis amigos cristianos descarten mis argumentos ad portas: no me perdonan usar ese término. Yo creo que el término está bien. He tratado de explicarme mejor al decir que no pienso que “ser hombre sea malo” (¡Por favor! ¡Si me metí a investigar en esta temática porque tengo dos hijos varones!). Entiendo la masculinidad tóxica como esa creencia interiorizada de que ser hombre implica el ejercicio del poder, la dominación, la violencia y la conquista (sexual, territorial o religiosa) y que la vulnerabilidad es sinónimo de femineidad y debilidad. He visto también que en comunidades cristianas esto no solo no se condena, sino que se exalta el rol del hombre que, siendo dominador, opta por ser un dominador benevolente, pero dominador al fin y al cabo. También, desde la masculinidad tóxica, se considerará siempre aborrecible que un hombre tenga características que tradicionalmente se asocien con lo femenino (como la ternura).

Existen estudios sobre el incremento de hipermasculinidades relacionadas con el momento histórico, político y religioso que estamos atravesando. Te comparto este, este y este, aunque tengo algunos más. También he escrito al respecto aquí y me he pronunciado aquí. Sobre este último enlace, puedo contarte que yo misma, en mis tiempos como líder de un grupo cristiano de adolescentes, ayudé a organizar un campamento con el tema de Salvando al Soldado Ryan, como representación de que el reino de Cristo está en guerra. Me he metido de lleno en las sensaciones emocionantes de “estar juntos en la batalla” y con la incuestionable certeza de que nosotros somos los buenos. Viví de cerca el atractivo de esa masculinidad dominante pero benevolente. ¡Uno se siente como un Avenger! Pero de pronto estas estrategias, muy efectivas para reclutar afiliaciones y capitalizar las emociones juveniles, podrían contribuir con la polarización social, que nos amenaza como comunidad en el sentido más amplio. He tenido muchos años para reflexionar y cuestionar la ética de mi actuar como líder de jóvenes. Mi punto es este:

Claramente no soy neutral. Mi separación de la fe en la que nací y crecí no está exenta de resentimiento y de juicio. Mis propias conclusiones sobre la religión, la polarización, el aborto y la política me colocan en posturas non gratas para muchas personas a quienes respeto y aprecio… y con quienes sé que no podré volver a estar de acuerdo en temas que nos importan muchísimo. Aún así, creo que aún en medio de esas diferencias, nos sigue uniendo una humanidad común. Ninguno de nosotros somos monstruos. ¡Sería tan sencillo si fuéramos monstruos! Pero nada de esto es sencillo. Yo crecí en una comunidad cristiana ecuménica que agrupa a personas católicas y evangélicas. Desde entonces me enamoré del ecumenismo: de esa posibilidad de ser diferentes y estar juntos. Sin embargo, al menos para mí, el ecumenismo de aquel entonces se queda corto: el ser diferentes y poder estar juntos tiene que ampliar drásticamente sus horizontes para que podamos ser capaces de construir sociedades de paz.

Yo no tendré mayor credibilidad sobre la juventud cristiana y ciertamente no tengo ninguna influencia sobre varones adolescentes cristianos, pero creo que hay personas que la tienen y esa influencia podría marcar una diferencia importantísima. De cara al 2022, creo que habrá más candidatos políticos relacionados de primera, segunda o tercera fuente con liderazgos cristianos conservadores. Sé que la militancia en el movimiento Pro Vida únicamente se va a intensificar y que hay un perfil muy competitivo de candidato o candidata que se alinea con la cosmovisión más ortodoxa de las religiones católicas y evangélicas. Yo creo que el contexto polarizado va a aumentar en Costa Rica y habrá más pasiones que van a hacer efervescencia. ¿Seré histérica o hipersensible? Ojalá. Me sentiría estúpida y aliviada.

Así que lo que te propongo es esto:

Estrategias desde la Noviolencia: Este es un buen momento para, estratégicamente, comenzar a trabajar con los varones adolescentes y adultos jóvenes en Comunicación No Violenta y estrategias pacíficas de manifestación y protesta. Las cosas en las que vemos el mundo diferente no van a cambiar y continuará incrementándose la presión para que ustedes se manifiesten y protesten en temas -que yo honestamente no comparto-. Pero quizás puedan ir aprendiendo o reforzando desde ya, la prioridad de comprometerse con formas noviolentas de hacerlo. Creo que estos dos libros podrían encantarte: Healing Resistance y Non Violent Communication: A language for Life. De mi lado, yo también estoy insistiendo en estos principios con las personas que opinan en estos temas como yo. Jamás animaría a alguien a no defender sus principios, a dar un paso atrás con tal de evitar el conflicto. Yo misma seguiré manifestándome acerca de mis convicciones: perturbando la paz negativa o complaciente. Es parte de ese proyecto social basado en la pluralidad, la libertad, el diálogo. En ese proceso, necesitamos librarnos de esta noción romántica de guerra santa y separarnos de los movimientos que se abanderen con ella (que no serán pocos).

Trabajo en Masculinidades: Creo que hay que trabajar en masculinidades saludables. Sé que el movimiento feminista ha sido rechazado por los movimientos religiosos más conservadores. Aún así, puedo asegurarte que existen zonas de coincidencia muy valiosas acerca de cómo ser hombres más plenos y alejarse de la violencia y la dominación, aún manteniendo completa fidelidad al evangelio de Jesús (quizás no tanto al de Pablo, pero en fin). Ejem, continúo. Este libro de bell hooks es espectacular sobre este tema. Hay un capítulo sobre espiritualidad en el que ella menciona cómo el único lugar en el que ella veía a su abuelo llorar era en la Iglesia y es honesto y conmovedor. En cada capítulo menciona cómo la sociedad machista le miente continuamente a los hombres para explotarlos en diferentes temas: con el dinero, con el poder, con la violencia, con el sexo, con la guerra, etc. Esta es una cita del último capítulo:

“If boys are raised to be empathic and strong; autonomous and connected; responsible to self, to family and friends, and to society, able to make community rooted in a recognition of interbeing, then the solid foundation is present and they will be able to love.

To make this solid foundation, men must set the example by daring to heal, by daring to do the work of relational recovery.” (hooks, 2004, p. 175).

Como mamá de dos hombres, no puedo poner en pocas palabras lo que valoro este libro.

Además, el trabajo en masculinidades tiene que ser liderado por hombres. No hay de otra y la investigación es clara. Esta nota es útil. Te resumo los cinco puntos del Instituto Wëm para el trabajo con masculinidades: (1) la necesidad de manifestarse en el espacio público; (2) los hombres necesitan involucrar a otros hombres en un lenguaje que se logre conectar con los códigos masculinos; (3) el involucramiento debe orientarse a promover lo preventivo y los modelos positivos; (4) el trabajo no debe limitarse a actividades aisladas desde una jerarquía institucional, sino a procesos continuos y comunitarios y (5) la necesidad de involucrar a hombres en el rechazo del sexismo y la homofobia, así como en el respeto a los derechos humanos y las diversidades -Bueno, no sé si ustedes querrán hacer este, pero es parte de la lista – (Campos, A. en UNESCO, 2016, Informe: Vinculando a Varones).

Solo por el ejercicio, permitime hacer de abogada cristiana del diablo ;-), ¿qué mejor argumento para las feministas como yo, cuando cuestionamos sus prácticas, que decirnos cómo, dentro de las comunidades cristianas, YA condenan a la masculinidad tóxica y trabajan activamente con la juventud para generar masculinidades saludables? Ahora bien, cabe la posibilidad de que ya estén haciendo este trabajo de masculinidades a consciencia y que yo esté haciendo el ridículo con esta propuesta. De nuevo, me sentiría estúpida pero aliviada.

En el libro de Kazu Haga que mencioné arriba, está esta cita que me encanta:

“Male-identified people shouldn’t be working to undo patriarchy because they want to protect women. We should be doing it because we understand that patriarchy rips apart a core of our own humanity.” (Haga, 2020, p. 115).

Desde las redes relacionales, prevenir el involucramiento en teorías conspirativas. Ok, sí, aquí vamos a llegar a un punto muerto porque yo trataría de hablar sobre la búsqueda de la verdad y podríamos iniciar con temas sobre ciencia, ciencias sociales o filosofía y entraríamos en la pregunta de ¿cuál es la verdad? Y vos tal vez me contestarías que la pregunta más bien es ¿quién es la verdad? Y yo tendría que, cortésmente, cambiar el tema.

PERO sí puedo decirte y podemos coincidir en que hay un cierto perfil emocional y de necesidades que hace a las personas más propensas a creer en teorías conspirativas y a sucumbir a los campos minados actuales mediante los algoritmos de Internet. Este perfil no tiene que ver con niveles de inteligencia o inclusive de base moral. Este thread está buenísimo y presenta investigación fuerte, pero te resumo que lo que nos hace propensos tiene que ver con la necesidad identitaria de pertenencia a grupos, que te den una voz cuando nadie te ha querido escuchar, necesidades afectivas y de apego. Me duele mucho ver por Facebook cómo hombres jóvenes costarricenses que conozco van persiguiendo al conejo blanco, cada vez más profundo.

Tal vez desde las parroquias o iglesias sí puedan hacer algo para prevenir que las personas se metan en estas espirales conspirativas: enfatizar cosas que alienten el sentido de conexión, pertenencia y afecto y que no tengan nada qué ver con política o antifeminismo. Generar más espacios relacionales de recreación, deporte, voluntariado para alguna causa social, etc. Fortalecer las identidades positivas y no enfatizar tanto la noción de “vienen por nosotros” o “estamos bajo ataque”. ¿Seré muy injusta? Es por lo que estoy viendo en las noticias. Solo te digo esto: de cara a los dos años que tenemos por delante antes de las elecciones, ¿será que los temas políticos y/o antifeministas (de pronto “provida”) abarcan el 50% o más de las enseñanzas comunitarias? ¿Qué tanto existe una exposición empática y compasiva a otras formas de ver el mundo y los problemas sociales? ¿A escuchar a gente diferente? ¿A cuestionar los legalismos? De nuevo, tal vez ustedes ya están haciendo todo lo que recomiendo aquí y más. Posiblemente los estoy juzgando mal. Si es así, el envío de esta carta me hace quedar como una persona prejuiciada y exagerada. Y otra vez, me sentiría estúpida pero aliviada.

Ahora bien, habrá ocasiones en las que el liderazgo religioso tenga claras intenciones políticas y de abuso de poder. Además, creo que a estas alturas está claro que mi carta no está dirigida a las personas cristianas más recalcitrantes (puedo suponer que no habrían llegado a este párrafo). Pero sigo pensando que esas personas están muy lejos de ser la mayoría.

En fin. Termino. La polarización nos daña muchísimo. Hay poderes ideológicos, institucionales y políticos que no podemos controlar. Pero hay mucho que sí está en nuestras manos y que pesa sobre cada una de nuestras consciencias. A Rahama Maharshi le preguntaron una vez “¿Cómo debo tratar a los otros?”, a lo que él contestó “no existen otros”. Así que dejo este mensaje en tus manos. En medio de nuestras diferencias, yo sé bien que todos somos de los mismos. Hay acciones que son buenas para la humanidad, sea que estemos construyendo un Reino de los Cielos para una dimensión después de esta vida, o que solo creamos en la vida terrena presente y pensemos que no haya nada más. En mi caso, fuera una o la otra, te escribiría esta carta igual.

Con cariño y compromiso,

Claire