Ambientes Restaurativos en el trabajo y en la escuela (T02-E18)


¿Cuáles son los elementos para que un ambiente -escolar o laboral- sea restaurativo? Las Prácticas Restaurativas ayudan a mejorar la creatividad, la participación y la resolución de problemas en los ambientes de equipos de trabajo y comunidades escolares.

Partiendo de cómo definimos qué es restaurativo (hay un artículo muy completo aquí sobre el tema), hablamos sobre la importancia de que un ambiente saludable ofrezca altos niveles de control, entendidos como expectativas, límites y estándares, a la vez que ofrece altos niveles de apoyo: de interés por el bienestar de la persona, cercanía y afecto. Esto es muy claro en el esquema propuesto por Glaser en 1969 y adaptado por Wachtel y MacCold (2013):

Otro elemento clave para tener ambientes saludables es fomentar ciclos motivadores de retroalimentación a través del proceso justo. Esta teoría, desarrollada por Kim y Maughbourne (2003) se puede estudiar con más detenimiento aquí. Proponen que las personas somos más creativas, productivas y más dispuestas a colaborar con sistemas, aunque no todo se haga a nuestro modo, si el ambiente se caracteriza por la participación significativa de todos y todas, ejercicios sistemáticos de explicaciones por parte de los altos mandos acerca de las razones de las decisiones -lo cual fomenta también la transparencia y la confianza- y claridad de expectativas con respecto a los roles, metas y funciones. El impacto de estas acciones puede verse reflejado en la imagen de abajo, tomada de los mismos Kim y Maughbourne (2003, p. 11):

Finalmente, menciono la Rueda de la Resiliencia propuesta por Henderson y Milstein (2005) que propone elementos para construir resiliencia en los ambientes educativos a la vez que propone acciones para mitigar los riesgos:

Aunque todo lo anterior pueda parecer muy teórico, no es lejano ni inalcanzable. El ejercicio cotidiano de que los miembros de un aula, un equipo de trabajo o una comunidad se sienten en Círculo y puedan participar pasando un objeto de diálogo, representa una práctica engañosamente simple que permite construir ambientes saludables. Fomentar la escucha activa y darle la bienvenida al desacuerdo, como parte de generar una mejor comprensión sobre un tema, es una actitud restaurativa de por sí.

Finalmente, la invitación es a contemplar la cultura restaurativa, no solo como una reacción a los problemas, sino como un enfoque constructivo para sacar lo mejor de nosotros mismos y de nuestras comunidades.